La sociedad no puede seguir mirando hacia otro lado ante este fenómeno destructivo, tanto en adultos como en menores y jóvenes
La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción acaba de lanzar una campaña para prevenir el consumo de pornografía en menores, una práctica que está alcanzando cifras que deberían despertar la alarma social. Los datos del estudio sobre el que está basada dicha campaña concluyen que siete de cada diez adolescentes españoles, entre 13 y 17 años, consumen pornografía de forma frecuente. Lo hacen en la intimidad, con su propio móvil.
El 88% de las escenas que visionan son agresivas o violentas. La edad media en la que se empieza a ver pornografía está entre los 8 y los 12 años y, lo que resulta también alarmante, el 30% de los menores entrevistados reconocen que la pornografía es su única fuente de información sobre sexualidad. Otro dato que llama la atención es que nueve de cada diez padres ignoran que sus hijos e hijas consuman pornografía online.
La sociedad no puede seguir mirando hacia otro lado ante este fenómeno destructivo, tanto en adultos como en menores y jóvenes. Es necesaria una corriente de políticas públicas y de pensamiento crítico, y también un esfuerzo educativo, ante una práctica que desencadena verdaderos destrozos en la maduración de la afectividad, que es clave en el equilibrio de las personas.
Hay un sector de la industria del entretenimiento que pretende normalizar el consumo de la pornografía, pero ya es hora de romper el tabú que identifica pornografía con libertad y hablar claro sobre la tragedia que supone para el futuro de muchísimos jóvenes, abocados por ella a unas relaciones violentas y a un egoísmo compulsivo.